Ya que estamos en medio de
la efervescencia de un mundial de fútbol, les paso este fragmento sobre los
juegos en la antigua Grecia...
Los Juegos
Los juegos consistían en competencias
atléticas de gran envergadura: la carrera, el salto, la carrera con armas, las
carreras de carros y de caballos, el pugilato y el pancracio eran los
principales.
Podían participar en los juegos todos
los helenos libres, de buena familia y de buena fama; once meses duraba el
entrenamiento en el mismo campo de los juegos.
Multitud de espectadores de todas las
repúblicas griegas se reunían para contemplar el máximo espectáculo y para
hacer gala de sus riquezas o del fasto de su nación; también podían asistir los
esclavos; solamente las mujeres tenían cerradas las puertas.
La prueba se realizaba por
eliminatorias sucesivas y el vencedor recibía un pequeño premio material, más
bien simbólico: una corona del olivo plantado por Hércules y cortada con
cuchillo de oro por muchacho escogido; pero el premio de la gloria era inmenso:
su nombre, el de sus padres y patria era proclamado por los heraldos, tenía
derecho a poner su estatua en el recinto sagrado, y en su ciudad rompían un
trozo de muralla para que por esta puerta penetrase el vencedor; en Atenas se
le concedía un regalo de 500 dracmas, la presidencia de todas las fiestas y era
mantenido en el Pritaneo1 a expensas del erario público; se le erigían estatuas
en los gimnasios y a la entrada de los templos; un poeta se encargaba de cantar
sus glorias en los cantos llamados epinicios.
Para un griego era la máxima
felicidad el obtener una corona en los juegos; pero para los helenos los juegos
eran mucho más.
En primer lugar, exaltaban en ellos
la belleza corporal, la destreza y la agilidad, dones muy estimados por
aquellos artistas plásticos por excelencia.
En segundo lugar, los juegos de
Olimpia servían para fijar la cronología oficial, y aún actualmente son fuente
muy precisa para determinar con exactitud las fechas de la historia griega.
Finalmente, los juegos eran un
poderoso vínculo de unión de todos los griegos. Cuando llegaba la época, se
proclamaba la tregua sagrada y cesaban todas las hostilidades; numerosos
mensajeros eran enviados a todas las ciudades para invitar a las fiestas,
tenían algo de peregrinación, en la que los griegos, tan amigos de las
diversiones, palpaban su parentesco espiritual y su posición preferida entre
otras razas; entre los nombres de los vencedores aparecen atletas de todas las
regiones griegas, hasta Sicilia y el Asia Menor.
Los más importantes de todos los
juegos y los que reunían eminentemente las cualidades señaladas eran los Juegos Olímpicos, celebrados en honor de
Zeus; pero además de éstos existían en Delfos los Juegos Píticos, en honor de Apolo, que comenzaron por
competiciones musicales y poéticas y añadieron después pruebas gimnásticas; el
premio era una corona de laurel. Los Juegos
Nemeos se celebraban en honor de Hércules en el valle de Nemea; incluían
certámenes literarios y gimnásticos y entregaban por premio una corona de apio.
En Corinto, y en honor de Poseidón, se celebraban los Juegos Ístmicos. Además de éstos, muchas de las ciudades
tenían sus certámenes particulares, que no alcanzaban la envergadura
internacional de los cuatro indicados. El juicio sobre los juegos lo resume
Weiss así:
En general, estos juegos son característicos para conocer al pueblo griego,
y no se puede desestimar su importancia para toda su vida. Eran fiestas
religiosas, homenajes ofrecidos a los dioses, de los cuales creían que se
alegraban con las alegrías de sus adoradores, con su hermosura, fuerza y
habilidad. Un alma intrépida y bella en un cuerpo sano, hermoso y fuerte: he
aquí lo sumo para el griego. Los dioses eran para los helenos hombres más
hermosos, y en su veneración procuraban hacer alarde de lo más bello que tenían
en sí. Tenemos ante nosotros un pueblo de artistas. Fue una ventaja que la
tregua del dios pusiera coto a las guerras ruinosas; que por la congregación de
tantos se adquiriera el conocimiento mutuo, se aclararan las ideas y,
principalmente, se despertara en cada uno el sentimiento, alentador y
restaurador, de que era miembro de un pueblo favorecido por los dioses, grande
y espiritualmente muy superior a todos los pueblos.
Schökel, Luis Alonso. Historia de la Literatura Griega y Latina. Santander: Sal Terrae. 1962.
1. Pritaneo. En las antiguas ciudades griegas, edificio donde se guardaba el fuego sagrado.
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