martes, 17 de junio de 2014

Los Juegos en la antigüedad

Ya que estamos en medio de la efervescencia de un mundial de fútbol, les paso este fragmento sobre los juegos en la antigua Grecia... 
Los Juegos
Los juegos consistían en competencias atléticas de gran envergadura: la carrera, el salto, la carrera con armas, las carreras de carros y de caballos, el pugilato y el pancracio eran los principales.
Podían participar en los juegos todos los helenos libres, de buena familia y de buena fama; once meses duraba el entrenamiento en el mismo campo de los juegos.
Multitud de espectadores de todas las repúblicas griegas se reunían para contemplar el máximo espectáculo y para hacer gala de sus riquezas o del fasto de su nación; también podían asistir los esclavos; solamente las mujeres tenían cerradas las puertas.
La prueba se realizaba por eliminatorias sucesivas y el vencedor recibía un pequeño premio material, más bien simbólico: una corona del olivo plantado por Hércules y cortada con cuchillo de oro por muchacho escogido; pero el premio de la gloria era inmenso: su nombre, el de sus padres y patria era proclamado por los heraldos, tenía derecho a poner su estatua en el recinto sagrado, y en su ciudad rompían un trozo de muralla para que por esta puerta penetrase el vencedor; en Atenas se le concedía un regalo de 500 dracmas, la presidencia de todas las fiestas y era mantenido en el Pritaneo1 a expensas del erario público; se le erigían estatuas en los gimnasios y a la entrada de los templos; un poeta se encargaba de cantar sus glorias en los cantos llamados epinicios.
Para un griego era la máxima felicidad el obtener una corona en los juegos; pero para los helenos los juegos eran mucho más.
En primer lugar, exaltaban en ellos la belleza corporal, la destreza y la agilidad, dones muy estimados por aquellos artistas plásticos por excelencia.
En segundo lugar, los juegos de Olimpia servían para fijar la cronología oficial, y aún actualmente son fuente muy precisa para determinar con exactitud las fechas de la historia griega.
Finalmente, los juegos eran un poderoso vínculo de unión de todos los griegos. Cuando llegaba la época, se proclamaba la tregua sagrada y cesaban todas las hostilidades; numerosos mensajeros eran enviados a todas las ciudades para invitar a las fiestas, tenían algo de peregrinación, en la que los griegos, tan amigos de las diversiones, palpaban su parentesco espiritual y su posición preferida entre otras razas; entre los nombres de los vencedores aparecen atletas de todas las regiones griegas, hasta Sicilia y el Asia Menor.
Los más importantes de todos los juegos y los que reunían eminentemente las cualidades señaladas eran los Juegos Olímpicos, celebrados en honor de Zeus; pero además de éstos existían en Delfos los Juegos Píticos, en honor de Apolo, que comenzaron por competiciones musicales y poéticas y añadieron después pruebas gimnásticas; el premio era una corona de laurel. Los Juegos Nemeos se celebraban en honor de Hércules en el valle de Nemea; incluían certámenes literarios y gimnásticos y entregaban por premio una corona de apio. En Corinto, y en honor de Poseidón, se celebraban los Juegos Ístmicos. Además de éstos, muchas de las ciudades tenían sus certámenes particulares, que no alcanzaban la envergadura internacional de los cuatro indicados. El juicio sobre los juegos lo resume Weiss así:

En general, estos juegos son característicos para conocer al pueblo griego, y no se puede desestimar su importancia para toda su vida. Eran fiestas religiosas, homenajes ofrecidos a los dioses, de los cuales creían que se alegraban con las alegrías de sus adoradores, con su hermosura, fuerza y habilidad. Un alma intrépida y bella en un cuerpo sano, hermoso y fuerte: he aquí lo sumo para el griego. Los dioses eran para los helenos hombres más hermosos, y en su veneración procuraban hacer alarde de lo más bello que tenían en sí. Tenemos ante nosotros un pueblo de artistas. Fue una ventaja que la tregua del dios pusiera coto a las guerras ruinosas; que por la congregación de tantos se adquiriera el conocimiento mutuo, se aclararan las ideas y, principalmente, se despertara en cada uno el sentimiento, alentador y restaurador, de que era miembro de un pueblo favorecido por los dioses, grande y espiritualmente muy superior a todos los pueblos. 
Schökel, Luis Alonso. Historia de la Literatura Griega y Latina. Santander: Sal Terrae. 1962.
1. Pritaneo. En las antiguas ciudades griegas, edificio donde se guardaba el fuego sagrado.

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