Eneas se las daba de lumbrera
y a Dido en latín la chamuyaba;
la gila todo el verso se tragaba
dejándose llevar a la catrera.
El punto, un antiguo calavera,
corazones flechados dibujaba
y, aunque en serio la mina le gustaba,
al final, pudo más su alma linyera.
Y se piantó en el barco una mañana.
Cuando la naifa de blanco se vestía
rajándose lo vio en la lejanía
y un mar de lagrimones derramó.
Después de haber cerrado la ventana,
se amasijó las venas y espichó.
y a Dido en latín la chamuyaba;
la gila todo el verso se tragaba
dejándose llevar a la catrera.
El punto, un antiguo calavera,
corazones flechados dibujaba
y, aunque en serio la mina le gustaba,
al final, pudo más su alma linyera.
Y se piantó en el barco una mañana.
Cuando la naifa de blanco se vestía
rajándose lo vio en la lejanía
y un mar de lagrimones derramó.
Después de haber cerrado la ventana,
se amasijó las venas y espichó.
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